La nueva generación de riesgos que surge formalmente a partir de la publicación del Nuevo Acuerdo de Capital de Basilea, también conocido como Basilea II, marcó un punto de inflexión de importancia para la gestión del portafolio de riesgos del sistema financiero internacional. A partir de ahí los entes reguladores de los diferentes países emitieron diversas normas de adecuación al nuevo estándar, con lo que surgió la necesidad de desarrollar modelos de gestión que lograran llevar a cabo una adecuada integración y gestión de los diferentes riesgos comprendidos en la cesta del riesgo operacional.
La amplia definición del riesgo operacional, en la que la pérdida financiera asociada a las fallas o deficiencias generadas por la personas, los procesos, la tecnología, así como las que se derivan de la existencia de eventos externos, engloba diversas categorías de riesgos que en algunos casos demandarían de un abordaje especializado, pero a la vez articulado al marco general de la gestión del riesgo operacional. Tal es el caso, por ejemplo, del fraude interno, el fraude externo, los asaltos y robos, los desastres naturales o los accidentes laborales, entre otros.
Las 40 Nuevas Recomendaciones del GAFI
Años más tarde el Grupo de Acción Financiera internacional (GAFI), imprime una nueva visión al tratamiento del fenómeno de lavado de activos en el mundo, pues modifica y adecúa sus recomendaciones para prevenir y combatir el lavado de activos en los diferentes países, llevando el modelo anterior a un enfoque de riesgos. En suma, lo que se busca, es una acción más inteligente haciendo foco de una forma más eficaz en la parte crítica de los problemas, con lo que, en menos de 10 años, aparece una nueva necesidad de abordar el problema del riesgo desde una perspectiva sistémica. Por lo demás, riesgos, ambos, de una complejidad inusitada.
Hablando de gerencia de riesgos
En un contexto, en el que como hemos explicado, el mundo se vio tocado por la aparición de una nueva generación de riesgos, apareció el estándar de gerencia ISO 31000:2009, que si lo revisamos con atención, encontraremos que está basado en un estándar anterior conocido como ASNZ 4360 (Estándar Australiano Neozelandés), que fue publicado en 1999. No está demás señalar que a la postre ya existían otros estándares y métodos para analizar o gestionar el riesgo, tales como, por ejemplo: Mosler, Risicar, Coso EMR, entre otros. Lo cierto es que, al margen del modelo al que uno se adecúe, es imprescindible emprender la tarea de implementación de un sistema de gestión que facilite no sólo la comprensión del problema de riesgos que recae en manos de los especialistas, sino también de contar con adecuadas herramientas tecnológicas que sirvan para tal fin.
Los productos Watcher System han sido pensados, diseñados y desarrollados bajo una perspectiva absolutamente práctica, bajo un riguroso filtro de visión de usuario, y sustentados en modelos metodológicos de alta exigencia técnica.
El equipo técnico que se halla detrás de nuestro portafolio de productos y servicios, está constituido por profesionales de amplia trayectoria en el mundo de la gestión de riesgos de operación y la prevención del lavado de activos, así como expertos en el desarrollo de soluciones de tecnologías de información y comunicaciones, implementadas con éxito en diferentes organizaciones del medio.
Dos empresas, cada cual experta en su ramo, aliadas en torno a la creación de un conjunto de soluciones basadas en el estándar de gerencia ISO 31000, que hoy en día están a su disposición para resolver problemas de seguridad corporativa (seguridad física y electrónica) y riesgos de lavado de activos y de financiamiento del terrorismo.